sábado, 18 de febrero de 2012

Bocados helados

A un costado de la plaza de armas de la ciudad de Cauquenes, en una orilla poco vistosa y de pintura desvencijada se encuentra un local tremendamente pintoresco, un negocio de antaño con costumbres y ambientación pasadas por generaciones. El Mocambo, es un salón de té costumbrista sin grandes lujos atendido por su dueño Mario Luna, esquivo de sonrisa, con voz profunda recibe su pedido. El espacio llama la atención por sus vitrinas de madera, una muy cuidada caja registradora antiquísima ...y funciona, esferas donde se almacenan los dulces. Me recuerda a una dulcería en Santiago ubicada a la entrada oriente del Apumanque donde los vendedores eran todos de sus años y vestidos con cotonas café, muy atractivo para quienes vivimos esa época.

En el Mocambo...
no hay cotonas café pero sí hay pastelitos chilenos como hojarascas apretadas de manjar casero, empolvados, merenguitos y maravillosas figuritas de manjar que se mantienen hasta hoy: guaguitas, pescaditos, gallinas, todas ellas muy tiernas que se deshacen en el paladar.
Pero donde el Mocambo se ha hecho un lugar dentro de las preferencias de la gente es en sus helados.

Los helados del Mocambo hechos con leche natural de vacas de la zona se prepara cada semana del año y con mayor variedad durante el verano para satisfacer a grandes y chicos. Al comprarlos le entregarán una ficha de color, una moneda pintada, simple y única que no puede perder y le servirá para canjearla por el helado de su gusto. En vasitos, barquillo, medio litro y 1 litro, el maestro (que venía en la compra del local, me imagino), prepara y entrega personalmente a cada comensal su pedido. Incluso uno puede ir a tomarse una copa trisabor en el salon que está más adentro, adornado con galletitas obleas de bocado y en una porción que dejará la lengua paralizada y el estómago satisfecho.

No se puede comparar con helados llamados "artesanales" del gran Santiago, puesto que abundan sus estabilizantes y espesantes poco artesanales. Acá el helado del Mocambo se espesa por la monotonía del batido, el golpe de frío, la paleta de madera y la experiencia del maestro. Los sabores son deliciosos: bocado, frutilla, plátano, chocolate, encontrándose en verano los de coco, café y piña en agua.

Algo tiene aquel local donde todos llegan desesperados, medio tensos y terminan saliendo complacidos, agradecidos y en completa alegría. Entran al Mocambo, recibir sus fichas, disfrutar sus helados, es mágico y una exquisita experiencia.

Mocambo, Antonio Varas 398. Cauquenes.






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